T2 | Episodio 07: Tras el rastro de espuma y maicena

Hola, he vuelto una vez más para joderles la vida, no mentira, en realidad me aparezco nuevamente porque en estos días de encierro en los que la mente juega con la impaciencia y el tiempo parece moverse tan lento como una tortuga, me puse a rememorar tiempos pasados, y a mirar con nostalgia las postales que quedaron impresas del jolgorio y la algarabía que se vive en la fiesta de la espuma y la maicena.

Hoy recordé la primera descarga de maicena que recibí en mi vida. Fue plena en la cara y no había manera de impedir el ataque. Resignado, con más frustración que cólera, cerré los ojos, bajé la cabeza y una nube de manos repletas de ese polvo blancuzco, seco y festivo me atacó con una cantidad como para empañar la fachada de un edificio estrato seis. 

Esa era la gracia; la burlita. La maicena se me introdujo en lo profundo de la nariz, oídos y boca, pese a que intenté protegerme con fuerza. Alcancé a tragar lo justo de la mezcla como para toser en seco mientras un bloque de una masa empegostada me atoraba la garganta. Esa fue, como no, mi primera vez con la maicena.