Vivir para contarlo: una mirada profunda a los retos solidarios de Rubén Lopez

Después de un castigo autoimpuesto de casi un año, volví a escribir. Me había autoflagelado tanto que por un segundo dudé en no volver a intentarlo. La pantalla blanca, el calor supurante, la ropa chiclosa casi pegada a este cuerpo pandémico. Días antes había tenido una entrevista con Rubén López, él en España sintiendo los rigores del frío provocado por ‘Filomena’, y yo en Cartagena de Indias padeciendo las inclemencias de un sol furibundo, nos habíamos citado para conversar durante una hora acerca de su vida, sus pasiones y sus ya conocidos Retos Solidarios.

Rubén López, creador de los retos solidarios.

Rubén López, creador de los retos solidarios.

Rubén, tiene 43 años, aunque por su apariencia, fácilmente podría pasar por alguien de 30. Su cuerpo, es un documento vivo que da fe de todas las hazañas que ha conseguido durante cuatro largos años de actividades deportivas extremas. Records guinnes, tatuajes y unas cuantas marcas cicatriciales, atestiguan la locura de este hombre que es, entre muchas otras cosas, director de la Fundación Rubén López, con la que hace retos solidarios alrededor de todo el mundo.  

La polivalencia de este sujeto inquietante, solo es superada por su pericia y capacidad de adaptación a los contextos más dramáticos en los que un hombre puede verse sumergido. 

Corrían los últimos días de octubre de 2018. El frío magnético de las aguas del Atlántico presenciaban un evento de proporciones sobrehumanas. Una carrera contra el tiempo y el cansancio había iniciado en ese triángulo de mitos y leyendas conformado por Miami, Puerto Rico y Las Bermudas. Era Rubén López en su versión más surrealista nadando contra todo pronóstico en aquella corriente oceánica plagada de especulaciones. El océano embravecido, casi de prestidigitador, miraba a los ojos de su retador auscultando el miedo agazapado en sus pupilas. Brazada tras brazada, él, un minúsculo hombre contra la fuerza de altamar, como emulando a las épicas griegas, combatía contra aquel colosal de aguas profundas y misteriosas. Fueron 20 kilómetros de dolor intenso, una locura que nunca volvería a repetir”.

De cara a lo imposible.

De cara a lo imposible.

Al arribar a su destino tras 10 largas horas de nado continuo, el rigor de aquella batalla contra la naturaleza y la mente humana, le dejarían postrado en una cama durante dos días seguidos en los que sus músculos fatigados y los vómitos recurrentes, le recordaban que pese a su victoria, seguía siendo, un pequeño vencedor.   

Se podría pensar que aquella hazaña había sido alcanzada bajo un propósito vanidoso, o que nació como el producto de las aventuras narcisistas con las que los hombres hemos convivido desde la fundación de nuestro mundo. Sin embargo, esta epopeya, como las otras 15 que Rubén ha realizado en el último lustro, han nacido con un propósito significativo. Ayudar a fundaciones de todo el mundo a través de la recolección de dinero, alimentos, ropa, especies, entre otras donaciones, ha sido el motor de este peregrinaje, que al mejor estilo de los trotamundos de antaño, ha pululado entre la muerte y el temor a lo desconocido. 

Este viaje altruista que empezó por allá en el 2017, ha permitido que Rubén dure 48 horas en bicicleta estática (1689 km), realice tres ascensos al Kilimanjaro en cinco días, corra 280 km en el Desierto de Atacama, reme 350 km en el Río Amazonas, suba el Aconcagua en 36 horas, cruce el Círculo Polar Ártico en un trineo a campo traviesa, nade con el tiburón ballena y, entre otras cosas, se haya atrevido a nadar 20 km en el temido Triángulo de las Bermudas. En varios de esos desafíos, seguramente Rubén estuvo cerca de morir, aunque él a la fecha, dice nunca haberse percatado. Esto es lógico si pensamos que las condiciones extremas de aquellos lugares inhóspitos sumados a la presión ejercida sobre su propio cuerpo, fácilmente podrían convertirse en una invitación en primera fila para la santa muerte.   

  • ¿Le tienes miedo a morir?

  • Le tengo verdadero pánico, le tengo verdadero pavor. Sin embargo, aunque suene paradójico, no lo pienso. Prefiero asumir que la vida es efímera, pasajera. Por eso quizás hago todo lo que hago y trato de aprovechar al máximo el tiempo y las oportunidades. 

Cualquiera pensaría que un hombre que se ha enfrentado cara a cara con las fuerzas de la naturaleza, esas que por siglos fueron atribuidas a dioses y a seres sobrenaturales, no sentiría un ápice de temor en su cuerpo. Pero bueno, Rubén, aunque a veces no lo parezca tanto, es más humano de lo que creemos. 

Las facetas de Rubén.

Las facetas de Rubén.

Todos los días se levanta con el pie izquierdo. Su color favorito es el rojo, aunque luzca pocas veces atuendos de ese registro cromático. Siempre que puede, se tatúa tras completar sus retos. Jamás trae recuerdos de sus viajes porque cree que son de mal augurio. Su número, según los numerólogos, es el cuatro, aunque él prefiere el tres. La música le acompaña permanentemente. Su rutina diaria incluye lecturas de prensa, reuniones corporativas y ejercicio, mucho ejercicio. A Rubén, lo único que le hace falta completar en esta vida, es la hazaña de la paternidad. 

Pese a haber cancelado el año anterior todos los retos solidarios a causa de la COVID-19, ya tiene preparados los primeros de este 2021. Esta vez, ha decidido llevar su loca y arriesgada travesía a Centroamérica. Allí estará el 21 de febrero en San José y UPALA, ambos lugares ubicados en Costa Rica. El reto de esta oportunidad incluye 200 kilómetros alrededor de volcanes y una actividad en parapente. Previamente, Rubén espera pedalear durante 72 horas en bicicleta estática hasta completar los 2000 kilómetros. El objetivo es recaudar cerca de 10 toneladas de alimentos para las familias que han padecido los estragos económicos provocados por la pandemia y el paso de los huracanes. 

El ultramaratonista español se alista para batir un nuevo récord, mientras nos enseña que todos podemos hacer algo para cambiar el mundo. 

Yo, desde esta Cartagena desbordada por el trópico, le deseo éxitos, buena suerte, buena mar y buen viento.   

Emilio Cabarcas

Comunicador social y periodista. CEO y Fundador de Cuatro Palabras. Experto en periodismo comunitario y desarrollo de iniciativas de innovación social.

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