Estella Posada, la barequera de Ituango

Hay en las orillas del río Cauca un canto como de sinsonte alicaído. Son las historias crudas de un territorio bendecido con paisajes estremecedores, las que suenan en el chapotear de las aguas que fluyen, cada vez menos, por los municipios de Ituango, Briceño y Toledo, en Antioquía, Colombia.

A Luz Estella Posada, lideresa feminista de la Organización de Mujeres en Defensa del Territorio y la Vida AMARÚ, adscrita al Movimiento Ríos Vivos Antioquia, el destino, pese a sus intentos macabros, no ha podido arrebatarle la esperanza. Los abusos sufridos durante la niñez, la desaparición impune de su esposo hace 28 años o el desplazamiento de su territorio, no han impedido que esta mujer de 49 años se apreste para defender su río, y con él, la vida.

Junto con el activismo comunitario, Posada tiene como oficio la barequería. Desde pequeña aprendió a reconocer las laderas donde abundaba la tierra fértil para extraer oro a orillas del inmenso Cauca. Seguramente todas las experiencias que ha adquirido durante años en los que ha trabajado en el río, ya sea pescando o barequeando para subsistir, la han dotado de un liderazgo reconocible a kilómetros de distancia.

Con la puesta en marcha del mega proyecto energético Hidroituango, la región del bajo Cauca entraría una vez más en una peregrinación por la defensa de sus territorios. Como si no fuera suficiente haber sufrido 62 masacres entre 1997 y 2009, en las que murieron de 300 a 600 personas y desaparecieron otras 643 según el Instituto Nacional de Memoria Histórica (INMH), ahora deben prepararse para defender a toda costa, el recuerdo de sus muertos y el legado de sus futuras generaciones: El río.

Despojos en Ituango, Antioquia.

Despojos en Ituango, Antioquia.

La zozobra a cuestas

Desde abril del 2018 hasta enero del 2019, las poblaciones ubicadas en cercanías a la mega construcción, vivieron jornadas completas sumidas entre la angustia y la desesperación. Tras fallas en el terreno provocadas por precipitaciones masivas y errores de planificación, el embalse junto con toda su estructura, estuvo a punto de colapsar. De haber sucedido, las pérdidas humanas y daños colaterales habrían sido incalculables.

Mucho antes, Estella ya había vivido otros momentos de angustia en carne propia. En 2010 fue desalojada por la Alcaldía de Briceño de su tierra, Playa Capitán, lugar donde anduvo muchos años barequeando y navegando entre subiendas y corrientes azarosas. Al día de hoy Estella ha sufrido seis desalojos. El más reciente, ocurrió en Ituango.

Tras los desastres provocados por Hidroituango en el incidente del 2018, ella junto con miles de familias que vivían en la ribera del Cauca, fueron reubicadas en albergues temporales. Pasado un año, la Alcaldía de Ituango revocó los pagos de arrendamiento que permitían que familias como la de Estella, vivieran dignamente.

Los días que no volverán jamás

Hoy, ella vive a un kilómetro del vertedero en una improvisada casa de plástico y madera en una playa del rio Cauca junto con sus dos hijos. Río abajo, ella, junto a 25 miembros del Movimiento Ríos Vivos, han decidido poblar la ribera una vez más bajo el riesgo de un nuevo desalojo o una subienda intempestiva del Cauca. Allí, algunos continúan barequeando incesantemente, rogando por encontrarse con algunos fragmentos de oro en medio del sedimento. Otros, prefieren aventurarse al rio, procurando tener una buena jornada y hacerse con una atarraya atiborrada de peces.

Lastimosamente, casi nunca el deseo se convierte en realidad. Aquellos días de enero y febrero conocidos por la tradición ancestral de los pueblos del Cauca como la temporada de subienda de peces, han pasado a la historia con la llegada de un proyecto que parece haber traído más perjuicios que beneficios a la región. Las mallas ubicadas río arriba junto con las restricciones para ejercer la pesca en espacios determinados del cuerpo de agua, han modificado para siempre la cultura pesquera de un territorio que fluye y vive a través del río.

Entre guerras y corrupciones

No son solo los casos de corrupción conocidos durante la construcción del proyecto que a 2021 debería estar produciendo 2.400 MW de electricidad, o las perdidas que ascienden a los cuatro billones según el ultimo reporte de la Contraloría a julio de 2019, lo que indigna a las comunidades afectadas por una construcción que ha traído, entre otras cosas, dolor y muerte.

Más allá de las cifras, los habitantes de Ituango, Valdivia, Briceño, Toledo, Sabana y municipios y corregimientos aledaños, reclaman un escenario de paz que les fue quitado a sangre fría desde que empezó el proceso de adjudicación de la obra en 1997, mismo año en que facciones del paramilitarismo colombiano, asesinaron a quince pobladores del Aro, en jurisdicción del municipio Ituango.

Estella se levanta cada tanto con el cristo en la boca gracias al ruido producido por las alarmas que suenan día y noche en el sitio de trabajo de la represa. Teme que un día de estos, el muro de presa se venga abajo y acabe con la vida de todos los que acampan en las laderas de Cauca.

El renacer de la esperanza

A falta de un lugar digno donde vivir, las mujeres de su organización, hambrientas de espacios para incidir en su comunidad, han decidido construir La Casa de la Mujer y El Refugio Humanitario en una finca ubicada en el Municipio de Toledo. Aún no tienen los recursos suficientes para ejecutar ambos proyectos, sin embargo, a estas mujeres, victimas de una violencia absurda y el olvido senil de las instituciones del estado, nada parece detenerlas. Desde ya han empezado recolectas y actividades con una sola meta: transformar al bajo Cauca en un escenario de participación comunitaria para la paz.

Estella también reclama por sus desaparecidos. Su esposo y hermanos, quienes un día salieron de sus casas para nunca regresar. Ellos junto con todos los que desaparecieron en el cañón del rio Cauca, han sido reclamados por sus familiares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Lo único que piden sus familias hoy, es verdad y reparación.

Los panfletos amenazantes, las llamadas de odio o los grafitis que le advierten que se retire de la lucha que lidera desde AMARÚ y la Asociación de Victimas y Afectados por el Mega proyecto (ASVAM), no la intimidan. Por el contrario, de la mano del movimiento Ríos Vivos, se prepara como el único frente de oposición que hay en la región en contra de Hidroituango.

Así continúa la líder feminista de Ituango, enamorándose de su entorno, coleccionando piedras, avivando a sus mujeres, pescando mojarras o barequeando en SU RÍO, sí, su río y el de todos en mayúsculas, en letra grande y legible, cómo un letrero que se erige en las inmediaciones de un territorio cuyos habitantes están dispuestos a dar la vida por protegerlo.

Emilio Cabarcas

Comunicador social y periodista. CEO y Fundador de Cuatro Palabras. Experto en periodismo comunitario y desarrollo de iniciativas de innovación social.

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