Defecar al aire libre, una realidad de la Colombia rural

Marlene Ramos es habitante de la vereda La Suprema, ubicada en las empinadas faldas de Marialabaja. Es ama de casa y la encargada de cultivar, procesar, transportar y distribuir la comida y recursos que consume su familia. Para ella, una de las mayores necesidades que padece en su contexto, es la falta de saneamiento básico y agua potable.

Cada día Marlene se dirige a las 4 de la mañana exponiendo su integridad para hacer sus necesidades en las plantaciones de palma que rodean el asentamiento. Ella cuenta que tuvo que recurrir a esta medida para evitar los cruces clandestinos durante la actividad con otros habitantes de la zona. 

Imágenes de Marlene Ramos en su casa ubicada en Marialabaja, Bolívar. Foto por: Jose Estupiñán

Imágenes de Marlene Ramos en su casa ubicada en Marialabaja, Bolívar. Foto por: Jose Estupiñán

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la población rural de América Latina y el Caribe ronda los 121 millones de personas, siendo el 48% mujeres (58 millones); esto corresponde a un cuarto de la población mundial, de acuerdo con la ONU. De las más de 50 millones de mujeres rurales, el 17% practican la defecación en espacios abiertos, que es la práctica más peligrosa para la salud.

Este porcentaje es verdaderamente incómodo, pero lo más preocupante es que el 60% de los habitantes de zonas rurales en países en vía de desarrollo usan instalaciones inadecuadas de saneamiento básico. En estos escenarios, las mujeres como Marlene son quienes llevan a sus espaldas una doble carga ante la destrucción o ausencia de sistemas de agua: por un lado, se les priva de ser usuarias y consumidoras del líquido, mientras que se aumenta su carga de trabajo para conseguirla al tener que buscar nuevos puntos de suministro.

La UNESCO afirma que en ocho de cada diez familias que no cuentan con el servicio, la mujer es la que asume el compromiso de proveer y administrar el agua en sus familias, una labor fatigante que requiere un alto grado de compromiso y dedicación. Además, deben salvaguardar la higiene del hogar, velando por la correcta utilización e implementación de productos de aseo personal. 

Hoy en día, la mujer rural dedica la mayor parte de su tiempo a realizar trabajo doméstico; tanto niñas como adultas son responsables de proveer el preciado líquido, aunque ello conlleve caminar largas distancias para conseguirlo y transportarlo. En el caso de Marlene Ramos, ella dedica horas extensas de trabajo continúo en su hogar colaborando en los quehaceres diarios de sus hijas y cuidando a sus nietos, teniendo como única fuente de ingreso las ganancias obtenidas por la venta de revistas.

El escenario se agrava cuando pensamos en la vulnerabilidad a la que son sometidas por medio de abusos y ataques durante las travesías. Este es el temor implícito que esconden las palabras de Marlene, quien optó por defecar de madrugada para evitar peligros. Ella es solo una de miles de mujeres rurales de la región que deben alejarse de sus hogares y caseríos, a decenas de metros de distancia para efectuar su derecho al saneamiento básico en covados improvisados en la tierra.  Además, se enfrenta a la zozobra diaria de conseguir los galones que refrescan su estrepitosa rutina. 

Marlene sueña con un hogar que cuente con una letrina, pues les brindaría la privacidad y seguridad que necesita. También siente que aportaría a la reducción de los hábitos de defecación a la intemperie en su comunidad y las largas horas de espera para encontrar un alivio en medio de la penumbrosa noche. 

Un baño seco es una solución doblemente útil que mejoraría su calidad de vida, al reducir los tiempos que dedican al desplazamiento hasta lugares apartados y la espera para sentir seguridad en su territorio. Además, al reemplazar el líquido del que dispone bajar la cadena, este podrá destinarse a otras actividades en las que es indispensable. El primer paso es desdibujar el idilio y pasar a la acción, ofreciendo tecnologías sociales aprovechables en las zonas más apartadas.

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