Así es como el bullerengue siembra futuro en María La Baja

Un tambor alegre, un llamador, palmas incesantes y un canto con raíz cimarrona bastan para ganarle horas al tiempo e invitarnos a creer que no todo está perdido. Son las 12 del mediodía. Uno a uno van llegando. Son niños y jóvenes entre los 10 y los 17 años quienes se reúnen cada tanto bajo la instrucción del gran bastión del bullerengue en los Montes de María: Pabla Flores, la misma que por estos días acaba de sorprender al mundo con una buena dosis de “La Chicha”, como se titula su más reciente sencillo.

Como si se tratara de una orquesta filarmónica, la maestra Pabla, curtida por los años y las enseñanzas de su madre —considerada por muchos reina vitalicia del bullerengue—, ordena las posiciones de la agrupación. A la cuenta de tres se revientan las manos contra los cueros de los tambores y empieza la clase. Durante más de una hora, sus estudiantes aprenden con las anécdotas del pasado todo lo necesario para impedir, como ya ha ocurrido en otras latitudes del mundo, la extinción del bullerengue: una práctica cultural, social y espiritual que constituye el patrimonio inmaterial de diferentes comunidades en Colombia y América Latina.

Preservar la raíz, perseguir las huellas del pasado y defender la vida de los embates de la modernidad son algunos de los objetivos que obsesionan a La Payi —la misma Pabla Flores—, quien, junto a la Corporación Buen Vivir, creó hace algunos años la Escuela de Formación Integral Artística y Cultural Eulalia González Bello, un ejemplo de formación popular que hoy por hoy es referente en toda Latinoamérica.

Junto a más de 25 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de María la Baja, hoy están construyendo un puente entre la tradición y el porvenir. Lo hacen con tambores, voces y lereos, en el marco del proyecto “Legado de Yaya: Programa Integral de Música y Producción Discográfica para NNA y Jóvenes en María la Baja”, una iniciativa con la que la Corporación Buen Vivir ha sido merecedor del estímulo del Programa Nacional de Concertación Cultural 2025 liderado por el Ministerio de Las Culturas, Las Artes y Los Saberes.

Hace poco, durante un intenso bootcamp artístico, los participantes recibieron formación en canto, percusión, danza y producción discográfica. Sin embargo, más allá de las técnicas y los ritmos, el proceso les ha permitido conectar con su identidad afrodescendiente y con una herencia que resiste al olvido: el bullerengue tradicional.

El aula no tiene pupitres, sino tambores. Las lecciones no están en libros, sino en la sabiduría viva de Pabla Flores, maestra y portadora del legado bullerenguero, quien lidera el proceso pedagógico en la Escuela. A su lado, un equipo de artistas y gestores culturales acompaña a esta nueva generación en la creación de un álbum colaborativo que ya suma tres composiciones originales: “Vuelan las mariposas”, “Ahí van los peces” y “Mi tío Pacho”, piezas musicales que, desde ya, se han convertido en declaraciones de resistencia, de territorio, de historia y esperanza.

El cierre del proceso formativo tendrá como punto culminante un concierto comunitario, donde las y los jóvenes compartirán su trabajo con orgullo, celebrando el poder que tiene la cultura para transformar contextos y realidades.

De esta forma, se abren los primeros pasos en la consolidación de una plataforma de inclusión social, equidad de género y empoderamiento juvenil, en la que se prioriza la participación de niñas y mujeres jóvenes, se dignifica el trabajo de los artistas locales y se reconoce la cultura como motor de desarrollo. Con el respaldo de ACV Records, el Colectivo Cultural Pal Lereo Pabla y el medio comunitario Cuatro Palabras, esta iniciativa demuestra que, cuando se invierte en cultura, se cosechan raíces fuertes y nuevas voces.

En María la Baja, el legado canta, resiste y florece. Y hoy más que nunca, como siempre, lo hace con voz propia.

Emilio Cabarcas

Comunicador social y periodista. CEO y Fundador de Cuatro Palabras. Experto en periodismo comunitario y desarrollo de iniciativas de innovación social.

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