Yo soy Coliseo Bernardo Caraballo
El ruido de las máquinas en la infraestructura es ensordecedor. El polvo empieza a acumularse en las esquinas. Se aprecia el suelo de la pista levantado. De hecho, todo el suelo, desde camerinos, cuartos de implementos, hasta el piso del baño, reflejan su estado más deprimente.
Cables y carretillas asaltan por toda la pista, baldosas apiladas, personas con cascos señalando partes del coliseo y recorriéndolo de arriba hasta abajo. La cubierta metálica que tantas veces protegió a los eventos deportivos de malhumoradas lluvias, ahora se encuentra desnuda.
Corría 1968. La República de Colombia se encontraba bajo el mandato progresista de Carlos Lleras Restrepo, que acompañado de su lema: “la transformación nacional”, fundó el Consejo Nacional de la juventud y el Deporte e Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte, COLDEPORTES.
Como producto de la iniciativa, fue construido el Coliseo Menor de Coldeportes, en Cartagena. Al tiempo se construían otros coliseos en las demás capitales con el mismo diseño arquitectónico. Deportes cómo baloncesto, voleibol, fútbol de salón, taekwondo, yudo, karate, lucha libre y las veladas boxísticas, se desarrollaban sobre un suelo cubierto de madera. En ese momento, sólo fue considerado un complejo, un simple recinto arquitectónico. Un inerte circuito deportivo sin ningún valor simbólico.
No es hasta el siguiente año, que, de la mano del locutor Emiro Bertel Torrente, surge la idea de cambiar su nombre por el de Coliseo Bernardo Caraballo, en honor al ex boxeador colombiano, quien llamaba la atención tanto por sus atuendos estrafalarios, cómo lo expresa Salcedo Ramos en su crónica; “Caraballo, el campeón sin corona”, sino también por el preciosismo de su estilo y su despliegue físico. Especialmente en la manera de bailotear en la punta de los pies, como si se balanceara. Un astuto y virtuoso del engaño. No extrañaba que, siendo un gran prodigio del boxeo, se le bautizara al complejo cómo reconocimiento de su trayectoria.
Bertel entre las décadas de los 60 y 70 transmitía para Caracol. Fue gracias a las relaciones que estableció en sus años de periodista, que propuso la idea a Luis Alberto Payares Villa y a José Ignacio Betancurt, editor de deportes en El Universal. Luego inició una campaña en la que media Cartagena se refería al recinto como El Coliseo Bernardo Caraballo, mientras que la otra mitad, como Caraballito.
Solo hasta 2006, antes de iniciar los Juegos Centroamericanos y del Caribe, con Cartagena como sede, se oficializó el nombre. En sus aposentos, Caraballito ha visto destilar talento: figuras en partidos de la copa de baloncesto como el puertorriqueño Diego Gomila; Bernardo Herrera, pionero en los lanzamientos de triple; la Copa Royal; la pelea entre Harold Grey y Cesar Barboa, en la que el primero, oriundo de Arjona, defendió a capa y espada el título mundial “super mosca” de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) en 1995; o la pelea de Jesús “Cuchilla” Geles contra Ramón “Príncipe” García en febrero de 2011, en la que el ídolo de Olaya lo venció, contra todo pronóstico, en 12 asaltos y se apoderó del cinturón de campeón mundial; o la pelea entre Luis “Surtigás” Meléndez y Deibis Pérez que disputaban el Título Nacional de las 118 libras, en marzo de ese mismo año.
Pero también ha sido visitado por personajes que han aportado mucho a la preparación de nuestros deportistas: Alejandro Martín Valdés, entrenador de boxeadores históricos como el “Cuchilla” Geles, o los preseleccionados actuales para las justas Nacionales Isac Torres, Janer Valdés, Viery Ortega y Yorner Mideros.
Nuestro Bernardo Caraballo se prepara para los Juegos Nacionales y Paranacionales, en los que no solo brillarán nuestros deportistas, los entrenadores esperanzados y el público febril, sino también su completa macroestructura, que deberá garantizarse como un excelente anfitrión.