Una heroína sin capa

La primera vez que conocí a Ludis Rudas, supe que era una mujer de armas tomar. Su vocación comunitaria, le ha llevado a ser un motor para la transformación de su barrio. A sus 57 años, en épocas de lluvias recorre las calles empantanadas de Villa Hermosa, una comunidad empobrecida ubicada en la periferia cartagenera donde viven más de 5.000 personas. La mayoría de ellos, desplazados por la violencia y migrantes venezolanos

La lideresa comunitaria Ludis Rudas, abandera la marcha de celebración de los 20 años de fundación del barrio Villa Hermosa. Foto por: Emilio Cabarcas

Ludis es oriunda de Aguas Blancas, Cesar. Llegó a Villa Hermosa hace más de 20 años cuando no había nada. “Yo me vine de mi tierra y empecé a vivir en el Líbano, cerca a la perimetral. Ahí conocí a una amiga que me dijo que había una nueva invasión. Poco a poco empecé a limpiar el pedazo donde iba a parar mi cambuche. Era de plástico y cartón. Al año de estar ahí conocí al Padre Roberto Martreli con quien trabajé como su secretaria por ocho años. Él fundó el colegio Juan Bautista Scalabrini y la Iglesia Católica que hay en la comunidad”, señala Rudas. 

Deseosa por generar espacios dignos para la atención de niñas y niños en el territorio, esta mujer de rasgos contundentes, en compañía de las matronas Regina de la Hoz y Ernestina Erazo, crearon un cambuche de plástico y madera donde albergaban a la primera infancia de Villa Hermosa en un lugar seguro. “Fue una verdadera locura de la que no me arrepiento. En aquel entonces se nos dio la idea de hacer una guardería. Hoy, han pasado más de trece años y seguimos atendiendo a diferentes poblaciones de toda la comunidad”, agrega. 

Todo este trabajo vocacional de más de una década, ha sido hecho con uñas y dientes. Ante el escaso apoyo y respaldo de instituciones públicas o privadas, Ludis hace malabares para atender a más de 100 personas que dependen de su fundación Hijos de María.

Ludis Rudas, la heroína sin capa del barrio Villa Hermosa. Foto por: Ivan de la Rosa

60 niñas y niños, 33 jóvenes desescolarizados y 17 adultos mayores, dependen de este espacio para recibir atención digna, educación y muchas veces, la única ración de alimento que probarán en todo el día.   

A mí me da mucha tristeza cuando veo que hay gente que no sabe ni siquiera que este barrio existe, muchos creen que somos un sector de Nelson Mandela, pero no es así, esta es una comunidad importante. Tenemos muchas necesidades. Hay mucho trabajo por hacer”, enfatiza.   

El acceso a servicios públicos básicos, el mejoramiento de las condiciones de vida, la creación de zonas de esparcimiento, escuelas, vías, la titulación de predios, entre otras problemáticas, han sido algunas de las luchas en las que ha estado involucrada esta lideresa comunitaria a lo largo de los años. 

La seño Ludis, como suelen decirle sus vecinos, es madre de nueve hijos. Tal vez por eso, conoce de primera mano las necesidades que enfrenta la primera infancia. Su fundación, ha servido para que programas del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), Bienestar Familiar, entre otras corporaciones, institutos y fundaciones, desarrollen sus proyectos en la comunidad.

Ser facilitadora de espacios para el desarrollo de estas iniciativas, le ha permitido cumplir algunos de sus sueños. En el 2019, Rudas conoció a Mario Villar Salgado, un trabajador social con espíritu comunitario que para entonces trabajaba con el equipo de gestión social de Aguas de Cartagena, empresa de servicios públicos que desde hacía algunos años venía trabajando en la instalación del preciado líquido en el barrio, luego de que miembros de las juntas de acción comunal y líderes natos de Villa Hermosa, le hicieran ver al Distrito que en Cartagena existía un barrio en el que más de cinco mil habitantes arreaban galones de agua para satisfacer sus necesidades básicas.

Con el apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil y profesionales apasionados como Mario, en los últimos años esta lideresa incansable ha podido transformar aquel cambuche de madera y plástico en un espacio donde puede atender a diferentes poblaciones de su comunidad en mejores condiciones.

Ludis es una guerrera. Trabajar con ella me ha regalado algunas de las alegrías y recuerdos más significativos. Poner mi vida al servicio de las comunidades de diversos territorios de Cartagena y el país, me ha abierto los ojos, me ha hecho entender que no podemos claudicar en nuestros esfuerzos por construir una visión de país más justa y con equidad”, señala Villar con los ojos cristalizados, tal vez por los recuerdos removidos, o por los más de treinta y siete grados de sensación térmica que azotan a Cartagena durante buena parte del año. 

Aunque Mario ya no hace parte de la empresa con la que llegó al barrio hace más de tres años, aún sigue atado a Villa Hermosa. Esta vez a través de la Corporación Rhema, una empresa social que desde el 2008 le apuesta a la transformación de las periferias urbanas y rurales de Colombia a través del arte y la comunicación, trabaja por fomentar el desarrollo social en este arrabal cartagenero. 

Fundamentados en principios rectores como la justicia social, la dignidad humana, el respeto de la diversidad y la equidad de género, está corporación desarrolla proyectos de periodismo comunitario y cultural en los barrios de Cartagena. 

En agosto del 2022, más de 20 jóvenes de Villa Hermosa se formaron en habilidades básicas de la comunicación como redacción, expresión oral, tipos de entrevistas, manejo de fuentes, técnicas de investigación entre otras. Este aprendizaje les permitió contar las experiencias, historias y problemáticas de su territorio, desde un enfoque cercano.

Sin embargo, aunque todo esto es positivo, al final del día, Ludis es consciente de que se enfrenta al mismo problema de siempre: la falta de continuidad de los procesos. “Aquí vienen fundaciones que desarrollan programas por tres o cinco meses y luego se van. La población atendida queda en el aire, desilusionada y triste. Casi todos los años se repite la misma historia”, sentencia.  

De hecho, en ese mismo lugar hace apenas un año a través de Cuatro Palabras en alianza con la Fundación Hijos de María hicimos lo posible por llevar a cabo una iniciativa llamada Joven Comunica, un colectivo de comunicaciones donde participaban más de 30 niñas, niños y adolescentes del barrio. Lastimosamente, por falta de recursos no pudimos darle continuidad al proyecto.

Jóvenes beneficiarios de la fundación e integrantes del colectivos de comunicaciones Joven Comunica. Foto por: Emilio Cabarcas

De la misma manera en que esta iniciativa no pudo continuar, los sueños de miles de niños y jóvenes se ven amenazados en Villa Hermosa ante la escasez de oportunidades. Diego Polo, un joven de 17 años que vive en el barrio desde que tiene uso de razón, sueña con ser ingeniero de sonido. Aunque sabe que es posible que su madre no tenga los recursos para pagar el semestre en una universidad privada, se esfuerza para aprender por sus propios medios todo lo que puede sobre el mundo de la música y las comunicaciones.  

Sin embargo, cuando el hambre arrecia y la situación se torna más complicada, Diego, al igual que los cientos de jóvenes agrupados en el 21,8% de desempleados de Cartagena, hace lo posible para ayudar con lo que pueda en casa. A menudo, es DJ en un concurrido sitio de fiestas del barrio donde gana un poco de dinero que usa para sus propios gastos y para apoyar a su mamá y sus hermanos. 

Diego Polo, el joven soñador del barrio Villa Hermosa.

Situaciones como estas son cada vez más frecuentes en Cartagena, una ciudad avasallada por la pobreza, que al 2021 tenía a más del 40% de su población bajo la línea de pobreza monetaria y una tasa de informalidad superior al 60% según el más reciente  Índice de Calidad de Vida de Cartagena Cómo Vamos.

Por esa razón el mayor sueño de nuestra heroína sin capa, es tener lo necesario para atender a su comunidad como se lo merece. Aunque ahora la Fundación no desarrolla sus actividades en aquel desvencijado cambuche de materiales rudimentarios, las necesidades siguen siendo apremiantes. 

Yo tengo claro que mi mayor sueño es seguir ayudando a transformar este barrio, desde la primera infancia pasando por jóvenes, hasta llegar a los adultos mayores. Quiero continuar con este proyecto que transforma las realidades de muchas personas y ayuda a los jóvenes extraedad que no han podido continuar con sus estudios. Nuestra gente tiene que saber que hay mucho más en la vida que ser vendedor ambulante o ama de casa, ninguna de las dos cosas está mal, pero al menos, tienen que tener la posibilidad de ampliar sus horizontes. Aquí hay muchas necesidades y a veces me siento muy sola. Pero no importa, yo sigo creyendo y trabajando. Este sueño no lo detiene nadie”, concluye. 

Mientras los días pasan, Ludis continúa caminando las polvorientas calles de su barrio para promover el acceso a la educación y a una alimentación digna entre los más necesitados de su comunidad. No importa que tanto tenga que seguir caminando bajo el intenso verano o la temporada de lluvias, la seño más popular de Villa Hermosa, seguirá trabajando hasta el cansancio por hacerle honor al nombre del lugar que lleva clavado entre el alma y el corazón. 

Emilio Cabarcas

Comunicador social y periodista. CEO y Fundador de Cuatro Palabras. Experto en periodismo comunitario y desarrollo de iniciativas de innovación social.

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