Armando Morales, el 'medio hombre' que abandera las Fiestas de Noviembre

Cuando llega noviembre, la alegría es tanta que Armando Morales Aguirre baila sobre una sola pata. Él es uno de los actores festivos protagonistas de las Fiestas de Independencia del 11 de Noviembre que, con su personaje de Blas de Lezo, poco a poco se ha instalado en la memoria festiva de los cartageneros. 

A Armando lo apodaron ‘El Niño Morales’ o ‘Cho Morales’ en su familia. Se autodefine como un amante de las Fiestas desde que tiene uso de razón. De sus 61 años, recuerda haberse dedicado con total entrega, durante 25 de ellos, a los festejos que conmemoran el grito de independencia de la ciudad Heroica.

“Blas de Lezo llegó a mi vida en un punto crítico en el que no me encontraba, y creo que también llegó para ser uno de los salvadores de las Fiestas cuando estaban en su punto más crítico”, dice Armando.

Antes de personificar a Blas de Lezo, Armando probó otros disfraces para bailarse todos los gozones y el desaparecido ‘Patial de Manga’, barrio donde nació y aún vive la mayoría de su familia.

“Estando pequeño me iba a hurtadillas hasta el puesto de fritos de una vecina, cogía algo de carbón, lo picaba y me tiznaba toito. Después salía a pedir plata al son de negro. También me disfracé de Shakira, de viejito y hasta de marimonda”. Cuenta que durante su niñez noviembre era apropiado para pintarse de negro y salir por las calles del barrio a pedir plata. “Con la ganancia hacíamos los disfraces: el capuchón o el gorro con antifaz. También, el 11 de noviembre dramatizábamos un parto; yo hacía de mujer, me ponía una pipa y un amigo hacía de hombre”.

Armando estudió administración de comercio exterior, entró a trabajar en Mamonal, pero durante una faena iba en una moto a recibir la mercancía de unos camiones a las afueras de la empresa. En ese momento una tractomula que transportaba zahorra, por adelantar un bus, invadió su carril y lo embistió. “Tuve que agarrarme del tren delantero del camión y terminé rodando más de 100 metros, solo me raspé los codos y la cabeza. Lo de la pierna pasó cuando el camión frenó, yo caí al suelo y fui arrastrado por varios metros, me mantuvo consciente el dolor en mi pierna izquierda. La tenía destrozada”, puntualiza.

“Cuando tuve el accidente, fue extraño, me preocupaba que las Fiestas se habían acabado para mí, que ya no iba a encontrar disfraces. Me preocupaba más no poderme disfrazar que el mismo hecho de no tener una pierna”, dice sin dejar el buen humor que lo caracteriza. Con la pérdida de su pierna vino la depresión, el desempleo, la pérdida de su esposa, la soledad.

Más allá de frenarlo, que era lo que sus allegados esperaban que pasara, ese difícil momento impulsó su creatividad para no dejar de ser parte de la historia de las Fiestas Novembrinas. “Estuve buscando durante años un disfraz para mi condición. Hasta estuve acostado y metido en un cajón mientras me cargaban amigos y vecinos, la idea era no dejar de ir al bando. Un día, luego de pasar por el Castillo San Felipe, vi la estatua de Blas de Lezo y sentí que me estaba hablando, como si me pasara el manto, y dije: ‘tengo que abanderar las fiestas’, incluso nos hacía falta la misma pierna”, añade.

Entonces acudió a Eduardo Bernet, Pepé, un amigo carpintero para que le hiciera la pata de palo, el accesorio insignia de su atuendo y que ha ido puliendo con el pasar del tiempo, así como su vestimenta, la cual diseña él mismo. “Este 11 de noviembre cumplo veintitrés años con la pata de palo. Con esa camino mejor que con cualquier prótesis”, dice.

“Este amor hacia las Fiestas viene conmigo desde pequeñito, yo crecí escuchando ‘Pie Peluo’ y ‘La Tranca’”, dice mientras tararea las canciones y da palmadas sobre la mesa.

Al entrar a su casa, con lo primero que uno se encuentra es con los cuatro congos de Oro que, por su personificación del almirante español, le ha otorgado el Carnaval de Barranquilla, así como otros reconocimientos en honor al folclor. Más arriba, como si los demás premios hincaran la rodilla, está su corona del Rey Momo, la cual ha lucido con orgullo hace varios años para desfilar en el Cabildo de Getsemaní.

En 2015 fue elegido Gran Lancero de la Independencia, junto a Emilia Amor. Desde entonces conforma junto a otros actores festivos el Grupo Cartagena Antigua, el cual trabaja por seguir siendo parte de las Fiestas de la Independencia con sus atuendos, alegría e historia.

“Cuando estaba pequeño mis padres me llevaban a ver el bando, en ese entonces el bando salía de la entrada de Bocagrande, llegaba hasta la India Catalina, daba la vuelta y regresaba. Es un sueño no ser espectador, sino estar dentro de él”, agrega. 

“Desde Cartagena Antigua estamos trabajando para que las nuevas generaciones sean cada vez más conscientes de la importancia de tener sentido de pertenencia, que se motiven a participar de sus fiestas, que conozcan quienes fueron los héroes de nuestra independencia, que cuando yo esté viejo y vea las futuras comparsas y actores festivos me digan: ‘Usted me inspiró a estar aquí’”, finaliza.

 
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