Cindy Herrera, la escritora afrofeminista que desafía narrativas desde un Caribe universal

La voz literaria de la escritora cartagenera Cindy Herrera dialoga con un Caribe sonoro, diverso y polifónico. Su más reciente obra, El manifiesto del espejo, revela una aproximación metódica sobre la humanidad desde una distancia casi íntima donde los personajes, atravesados por dinámicas estructurales y complejas, se revelan para dar paso a la interpretación de un lector cómplice, dispuesto a transitar la lectura bajo el compás musical que en gran parte, cohesiona los 14 cuentos que componen este nuevo ejemplar de la literatura colombiana.

Cindy es afrofeminista, productora de medios audiovisuales y profesora de lengua y literatura. Su quehacer académico la ha llevado a dedicar gran parte de su tiempo a la investigación literaria. Hace sólo algunas semanas presentó su nuevo libro en la edición número 18 del Hay Festival Cartagena

En esta oportunidad hablamos con la escritora oriunda del barrio Olaya Herrera, sobre sus primeros pasos en la literatura, los elementos que componen su obra literaria, su relación con el Caribe y lo que representa ser negra, popular y periférica en una ciudad racista, clasista y excluyente como Cartagena.  

Escucha el podcast: Diálogos entre orillas: El Pacífico y el Caribe presentes en el Hay Festival

Cindy Herrera, escritora afrofeminista de la ciudad

¿Cómo empieza tu camino en la literatura y cuando te das cuenta que quieres ser escritora?

Mi relación con la literatura ha estado muy ligada a la investigación. Sin embargo, recuerdo que la escritura literaria propiamente dicha, nace durante mi ingreso al taller Escritura y crónica del Ministerio de Cultura, dirigido por el maestro David Lara Ramos. Al mismo tiempo yo estaba inscrita en el Semillero de Investigación Literatura y Sociedad con la doctora Silvia Valero. Estar vinculada a estas dos corrientes de lo literario, es lo que me permitió mirar la escritura creativa como un proyecto. Para entonces, yo tenía acumulado desde muy niña relatos escritos a mano que están archivados y que, en muchos casos, nunca fueron terminados. No obstante, recuerdo bien que había uno en particular. El nombre de ese cuento es Adela, que posteriormente se convirtió en mi primer cuento publicado y que aparece también en El manifiesto del espejo. Cuando este cuento se publicó en una antología para narradores del Caribe, de ahí en adelante supe que tenía que seguir creando. Creo que eso me hizo tomar la decisión de permanecer en el taller y posteriormente continuar con el ejercicio constante y permanente de escribir y no salirme de esa ruta. A partir de ahí, quise explorar cuáles eran las necesidades de mi escritura, mis temáticas o las temáticas que yo quería abordar. También empecé a cuestionarme sobre cuál iba a ser el lenguaje que yo quería abordar o los múltiples registros que quería utilizar para contar estas historias. El resultado de estas reflexiones me ha llevado a comprender que hay en mi escritura ciertas fascinaciones por lo rural, por la musicalidad, por lo cotidiano, por lo íntimo, pero al mismo tiempo hay en esa intimidad un espacio político donde se ejerce una fuerza, una voz, un manifiesto. 

Sobre tu más reciente libro, El manifiesto del espejo ¿cuál es el hilo  que conecta y atraviesa esta obra compilatoria? 

Creo que el elemento que conecta el libro es la presencia de voces femeninas muy fuertes a lo largo de los relatos. Aunque debo decir que en muchos casos algunos personajes están desidentificados con el género, por lo que no hay una intención de categorizar a ciertos personajes, sino más bien de mostrarlos con toda su humanidad, con toda su rabia, con todo su dolor, con toda su desdicha y con toda su fragmentación. Es precisamente ahí donde está el punto álgido de la mayoría de estos relatos. Estamos frente a personajes fragmentados, rotos, que muchas veces no tienen redención y que están buscando cuestionarse sobre quién es el otro. De ahí se desprende la metáfora del espejo, porque a lo largo de la obra puedes mirarte cara a cara y saber que quien te mira no solamente eres tú, sino otras personas semejantes, otros seres. A partir de ahí lo que tenemos son múltiples interpretaciones sobre relatos que atraviesan la infancia, el patriarcado, el dolor, la muerte, la soledad, la partida, la colonialidad. Todo lo anterior está dado a través de un lenguaje sencillo, un lenguaje que permite escuchar a los personajes. Para mí era muy importante que el lector pudiera escucharlos, que sintiera que estaba dialogando con ellos. Cuando uno espabila los sentidos en todo su esplendor, llega a entender que una muy buena frase, independientemente del tipo de lenguaje que utilice, sí está muy bien puesta sobre la boca de un buen personaje, en el contexto indicado, bajo la atmósfera indicada, en el tiempo y el espacio debidos, permiten que el lector entienda que esto puede ser algo más que real, puede ser un lenguaje que esté atravesado en todos los sentidos, por búsquedas personales o por búsquedas sociales.

Tu escritura suele ser muy política ¿por qué? ¿Qué situaciones en la vida te han llevado a asumir un rol que se cuestione sobre las problemáticas que rodean el día a día de nuestras sociedades?

Lo literario, como cualquier otro tipo de arte, nunca va a estar desligado de lo político. Ninguna obra literaria, por más que quiera desprenderse del mundo social en el que vive, puede hacerlo plenamente. Yo no soy la excepción, ni el libro que yo he escrito. Yo, Cindy, la autora, está atravesada por un múltiples discursos. Yo soy feminista, afro feminista y antirracista; todos estos, lugares desde los cuales me enuncio como sujeto político. De alguna manera también como maestra, para mí es importante que dentro de lo que yo enseño haya una coherencia con lo que hago. En consecuencia, todos los relatos que escribo van a estar atravesados por los discursos con los que yo me siento identificada. Sin embargo, en este caso son los discursos los que están al servicio de lo literario, no al revés. Es decir, en la escritura literaria, en las formas de lo narrado, yo selecciono muy comedidamente qué cosas necesito de estos discursos para utilizarlos dentro de mi obra, no en el plano del sentido, sino el discurso mismo. 

¿Cómo es tu relación con el Caribe, con Cartagena, y cómo sirve esto de fuente de inspiración o recurso para escribir?

Yo a Cartagena le tengo un profundo amor. Para mi la ciudad es un gran vínculo. Aunque la he padecido, la he llorado, también he tenido la oportunidad de reír y ser feliz en este rincón del Caribe. Curiosamente mi relación más estrecha con este gran Caribe que nos rodea y conecta a todos, es con la escritora Dainerys Machado, quien hace el comentario al respaldo de mi libro. Cuando empezamos a hablar, recuerdo que ella me decía: “tú eres mi vecina de patio”. A partir de ahí empecé a preguntarme ¿por qué teníamos tanto en común siendo ella de Cuba y yo de Cartagena? La respuesta a esto es que tenemos muchos elementos que nos conectan: la musicalidad, las artes, la historia, además de la lengua. Ahora bien, cuando uno es vecino de patio, es porque en ese lugar uno se reúne a jugar, a echar cuentos, damos espacio al ocio, a los momentos de fraternidad colectiva y el resto de cosas que pueden confluir en un patio tradicional de una barriada en el Caribe. Cuando pienso en el gran Caribe, este trasciende los elementos claves de lo popular. El Caribe no es sólo una versión que se reproduce a partir de algunas narrativas, el Caribe no está inscrito en lo dicharachero como única forma de expresión, el Caribe no es solamente lo popular, el Caribe tampoco es exclusivamente lo romántico. Por el contrario, para mí el Caribe es una apuesta universal

¿Cómo es ser negra, popular, periférica y escritora en una ciudad como Cartagena? 

Cartagena es una ciudad profundamente inequitativa. Son precisamente esas inequidades las que nos obligan a enunciarnos desde los rincones que nos han impuesto. Cuando uno habla de raza en Cartagena tiene que hablar de clase y género. Desgraciadamente, en estas tres variables se cuela el patriarcado y la desigualdad. Cuando yo me enuncio como una mujer afro, se está enunciando Cindy, se trata de una conciencia frente a lo que soy. Yo me asumo como una mujer afro que tiene un punto de partida, que tiene unos discursos y que abandera unas luchas y esto será hasta el día de mi muerte. 

 
Emilio Cabarcas

Comunicador social y periodista. CEO y Fundador de Cuatro Palabras. Experto en periodismo comunitario y desarrollo de iniciativas de innovación social.

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