La Colombia que soñamos

La Colombia que idealizamos está en el corazón esperanzado de cada colombiano que quiere hacerla mejor. Pero desde hace muchos años esta realidad se aleja más del pensamiento utópico de quienes la soñamos. Aunque no es un sueño imposible. Si buscáramos el bien común, muchas situaciones se darían y dejaríamos de ser testigos de tantas injusticias y atropellos.

Hoy en nuestro país, reclamar y exigir los derechos fundamentales, políticos y sociales se ha convertido en amenaza para nosotros y para quienes asumen el liderazgo por los menos favorecidos; enfrentados a una minoría que busca favorecerse de manera egoísta cobarde y violenta.

Si bien, estas amenazas han sido evidentes desde hace años; la violencia en nuestro país ha marcado una línea entre quienes son víctimas y victimarios y una mayoría que permanece en la indiferencia, y con esto convirtiéndose en cómplices; esta situación no ha dado tregua en la actualidad.

Según el Artículo La Lucha de las Víctimas por la justicia, publicado en la página Centro de Memoria Histórica menciona, que por más de 30 años los derechos fundamentales han sido violados en Colombia; las luchas sociales tratan de reclamar esos derechos y la impunidad reinante del estado que no ha respondido de manera oportuna, eficiente y diligente, en hacer valer esos derechos, dejan un sabor amargo para quienes tienen sed de justicia.

Durante años, la Colombia que soñamos se ha visto plagada de Guerrilla, Paramilitarismo, Narcotráfico, Grupos Delincuenciales, un gobierno corrupto, entre otros; todos estos actores ocasionaron grandes masacres, desapariciones forzadas, torturas, extorsiones, etc. La respuesta a todos estos hechos nos hizo movilizarnos por la justicia y en contra de la impunidad; surgiendo muchos movimientos u organizaciones quienes llevaron a instancias nacionales e internacionales una movilización jurídica, reforzando estos movimientos activistas que fueron las voces de los callados por estos flagelos.

Muchas personas se solidarizan con aquellos individuos más vulnerables, que no saben cómo enfrentar las situaciones acaecidas por todos estos hechos de violencia; sufriendo las consecuencias psicológicas y sociales que esto genera en quien la sufre. Pero también nos vemos enfrentados a falta de oportunidades, a una cultura del conformismo y asistencialismo, a la venta de conciencia; fenómenos que sólo buscan satisfacer el hoy, sin tener en cuenta un futuro mejor. Fácilmente somos manejados por la demagogia de aquellos que quieren mantenerse en el poder sin corazón y justicia.

El periódico El Tiempo publica el 3 de diciembre de 1995 un artículo llamado El Conformismo Colombiano: Defecto o Virtud. Dónde nos llama a reflexionar sobre nuestro actuar como ciudadanos, como colombianos ante las diversas situaciones y las actitudes que tomamos ante ellos. Y la verdad me pregunto si realmente estamos condenados a seguir repitiendo los errores de quienes dejaron que Colombia llegara a estas instancias que vemos hoy.

A ejemplo de otros países como México, Chile, Brasil considerados del tercer mundo al igual que Colombia; también presentan situaciones similares con sus gobernantes, pero a diferencia de nosotros, ellos han hecho valer sus derechos y han exigido a sus dirigentes inversiones sociales que han sido evidentes. Nosotros en cambio nos vemos sometidos a robos, peculados, a un sinnúmero de situaciones de corrupción e impunidad, que hasta el momento no hemos hecho nada para acabar con ella.

Todas estas luchas recientes de nuestros jóvenes nos enseñaron que la unión de intereses en común, pueden llevarnos a construir mejores espacios, pero también vimos la arbitrariedad de nuestra fuerza pública, que en vez protegernos, protagonizaron actos violentos contra quienes protestaban de manera pacífica por sus derechos y la falta de oportunidades, cansados de vivir en la desigualdad y corrupción.

Mi Colombia es un país hermoso, un país con una de las mayores biodiversidades en el mundo, un país con los más hermosos paisajes; somos dueños de una gran riqueza natural y cada día encontramos gente sencilla, gente humana, gente que se levanta y lucha por vivir y sobrevivir, pero temerosos.

Nuestra lucha, debe ser por la igualdad. Una lucha por la justicia. Una lucha por la verdad. Una lucha por salir de una situación que nos ha tenido atados de pies, manos, con vendas en los ojos y la boca tapada, para que no hagamos nada; para que no caminemos a un futuro justo y equitativo; para que sigamos indiferentes ante las verdaderas problemáticas sociales y callemos obligados por el miedo; para que no expresemos las inconformidades y abusos a los que hemos estado sometidos durante décadas. 

Si no nos instruimos, seguiremos una vez más sometidos, pagando y repitiendo los mismos errores de nuestros padres y abuelos; sí podemos soñar con una Colombia próspera, sí podemos soñar con una Colombia que brille por su empuje y ganas de salir adelante, como muchos de nosotros luchamos cada día porque así sea.

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